Matosinhos es una freguesía de Oporto, una especie de pedanía. Se sitúa frente al Océano Atlántico, junto a la desembocadura del Duero. Fue en los años 60 cuando este pequeño pueblo de pescadores comenzó a experimentar un rápido crecimiento hasta conectarse físicamente con la ciudad de Oporto.
Dentro de este periodo de expansión, en 1956 Fernando Távora gana el concurso para la construcción del restaurante Boa Nova, situado en plena costa, en una zona de Matoshinos llamada Leça de Palmeira.
Tras elegir la ubicación exacta en los acantilados de la localidad, Tavora pasa este proyecto a su colaborador, Álvaro Siza, quien siguiendo las enseñanzas de su maestro propondrá una arquitectura sensata y basada en la integración en el lugar. Cuando la construcción estaba finalizando, el ayuntamiento le encargó la construcción de unas piscinas, en el mismo paseo que el restaurante, apenas un kilómetro más al Sur. El objetivo de las piscinas era permitir a las gentes de la localidad bañarse sin peligro, sin que el fuerte oleaje del Atlántico les arrastrase.
Las piscinas de Leça de Palmeira de Siza, conocidas como Piscinas de las Mareas, tienen una fuerza y un carácter atemporal que las convierten en una obra de arquitectura moderna de gran valor. El proyecto se emplaza a lo largo del paseo marítimo, marcado por unas líneas de arquitectura muy bajas, de manera que el edificio de vestuarios se sitúa por debajo del nivel de calle para permitir una vista ininterrumpida del mar.
Dentro de este periodo de expansión, en 1956 Fernando Távora gana el concurso para la construcción del restaurante Boa Nova, situado en plena costa, en una zona de Matoshinos llamada Leça de Palmeira.
Tras elegir la ubicación exacta en los acantilados de la localidad, Tavora pasa este proyecto a su colaborador, Álvaro Siza, quien siguiendo las enseñanzas de su maestro propondrá una arquitectura sensata y basada en la integración en el lugar. Cuando la construcción estaba finalizando, el ayuntamiento le encargó la construcción de unas piscinas, en el mismo paseo que el restaurante, apenas un kilómetro más al Sur. El objetivo de las piscinas era permitir a las gentes de la localidad bañarse sin peligro, sin que el fuerte oleaje del Atlántico les arrastrase.
Las piscinas de Leça de Palmeira de Siza, conocidas como Piscinas de las Mareas, tienen una fuerza y un carácter atemporal que las convierten en una obra de arquitectura moderna de gran valor. El proyecto se emplaza a lo largo del paseo marítimo, marcado por unas líneas de arquitectura muy bajas, de manera que el edificio de vestuarios se sitúa por debajo del nivel de calle para permitir una vista ininterrumpida del mar.
En las piscinas, Siza se adapta al lugar, tratando de construir "algo que hubiera podido estar ahí antes". El arquitecto nació y creció en Matoshinos, así que no era un lugar desconocido para él.
Por otra parte, la zona de implantación de las piscinas tenía características muy similares a las del acantilado del restaurante. Para preservar el paisaje, y minimizar los costes de construcción, el proyecto buscaba la mínima intervención sobre el terreno existente.
Por otra parte, la zona de implantación de las piscinas tenía características muy similares a las del acantilado del restaurante. Para preservar el paisaje, y minimizar los costes de construcción, el proyecto buscaba la mínima intervención sobre el terreno existente.
Dado que en aquel momento no era posible realizar un análisis topográfico exhaustivo, Siza pasó días y días en el emplazamiento marcando la localización exacta de las formaciones de rocas preexistentes, para llegar al diseño más respetuoso posible con el lugar.
El programa del proyecto consta de unos vestuarios, una piscina para niños y otra para adultos. Estos tres elementos están colocados en perspectiva.
En primer lugar, aparece el acceso por la avenida Marginal a los vestuarios y luego a través una rampa se va bajando gradualmente a la piscina de los niños y a la vez se puede descender a la piscina de adultos.
Uno de los objetivos de Siza fue fundir esa relación del agua entre las piscinas y el océano. Existe una gradación que da paso de un elemento natural a elementos de la civilización. Así pues aquellos elementos del hombre aparecen desde la avenida Marginal, seguidos de los vestuarios, las piscinas hasta a las rocas que desembocan al océano.
Este conjunto está rodeado por unos muros de hormigón que se disponen longitudinalmente con una geometría angulosa, a partir de ellos parecen surgir las rocas del entorno. Una vez se accede por la rampa, se distinguen los accesos de los vestuarios separados por sexos.
En este recorrido el paisaje se parte en dos sensaciones, por un lado la visión del cielo y por otro el sonido del mar mientras se recorren las paredes de hormigón.
Los vestuarios siguen la geometría según el espacio urbanizado, es un edificio de una sola planta que se extiende bajo el espacio de tránsito de peatones de la avenida Marginal y no interfiere en las vistas del océano. El contraste de la luz con este lugar tosco y oscuro evoca intimidad al usuario a la hora de cambiarse en los baños.
Los vestuarios siguen la geometría según el espacio urbanizado, es un edificio de una sola planta que se extiende bajo el espacio de tránsito de peatones de la avenida Marginal y no interfiere en las vistas del océano. El contraste de la luz con este lugar tosco y oscuro evoca intimidad al usuario a la hora de cambiarse en los baños.
Los accesos a estos baños están cubiertos por una cubierta inclinada de chapa de cobre, y se utiliza la madera Riga tratada, un material oscuro que contrasta con la luz exterior.
Si descendemos por la rampa hasta llegar a la piscina para niños, vemos que está rodeada por las rocas del lugar y termina con un muro de hormigón curvo antes de llegar a la piscina de adultos.
Si descendemos por la rampa hasta llegar a la piscina para niños, vemos que está rodeada por las rocas del lugar y termina con un muro de hormigón curvo antes de llegar a la piscina de adultos.
Aparece un puente de hormigón de la entrada, no muy elevado, que sirve para disuadir a la gente para no pasar por debajo de él.
Finalmente nos encontramos con la piscina de adultos, que termina con un muro de hormigón visto siguiendo la topografía del terreno y por sus otros tres lados surgen algunas rocas del lugar.
Finalmente nos encontramos con la piscina de adultos, que termina con un muro de hormigón visto siguiendo la topografía del terreno y por sus otros tres lados surgen algunas rocas del lugar.
Así pues, el muro de hormigón, el nivel de la piscina y la topografía hacen que la piscina se funda con el entorno marítimo inmediato.
Siza pone en relación su ciudad y el mar, usando la arquitectura como intermediadora entre ambas realidades.
Siza pone en relación su ciudad y el mar, usando la arquitectura como intermediadora entre ambas realidades.